Vistas de página en total

Translate

viernes, 21 de noviembre de 2025

La Sagrada Convicción social y sus graves consecuencias

Tengo la Sagrada Convicción de que esta lectura no será en vano. 

Cuando tenía poco menos de dieciocho años, escribí uno de mis relatos más personales, donde describo la voluntad de irme lejos, y cuanto más lejos mejor.

Trabajé en restaurantes de mi padre en Torremolinos, viviendo una vida que no era la mía. 

Dieciocho horas diarias sin descanso cada día.

Y mientras se repartían la riqueza, él me pagaba con el reparto del bote.

Cuando me fui de casa, gané mi libertad.

No fue gratuito, sino a base de palizas y lágrimas. 

Yo solo era útil para trabajar, nunca para disfrutar de lo que ganaba. 

Con mi decisión provoqué tanto dolor, como me lo habían provocado a mí.

Durante veinte años viajé por media Europa, me relacioné con muchísimas mujeres, y algunas quisieron acogerme, para cambiarme la vida. 

De hecho, cuando me quedé a vivir en un valle del Pirineo, habían pasado varios años que abandoné una relación.p

La mujer comenzó a presionarme para subir el nivel de lo nuestro, por unos intereses que no eran míos. 

Mal perdedora, pasó más de un año persiguiéndome, intentando que cambiara mi decisión.

 No tuvo reparos en usar a personas conocidas. 

Vengativa, hizo llegar a oídos de mi amante noruega, que era homosexual. 

Usó el entorno de mis familiares y mis amistades, intimidando a mi amante con mi supuesta homosexualidad. 

Provocó daño moral. 
 
Y yo, que soy maestro en alejarme de todo, siempre he puesto tierra de por medio.

Nunca acepté nada impuesto.

Nunca cedí mi dinero ganado para propósitos ajenos.

La lejanía es mi iglesia . 

Mis viajes son, pura contemplación de paisajes increíbles, que han dibujado durante toda mi vida, mi sonrísa. 

Cuando conocí a personas tóxicas, estos me castigaban con inesperados berrinches. 

Menospreciaban mi trabajo diciendo que era una verdadera mierda. 

Sufrían al verme meter mi dinero ganado, directamente en mi bolsillo, sin parienta que me controlara. 

Alquilaba coches cada tres meses, y viajaba por toda España y más lejos.

Pasaba tres días con mis padres en Málaga, y otros cuatro días recorriendo lugares por donde vagué con la mochila. 

Usé mi dinero para lo que quise. 

Y algunos pensaron que tenía vicios secretos porque me movía con nocturnidad. 

Y eso a la gente mezquina les atrae, para contar mentiras o leyendas urbanas. 

Cuando volvía al Pirineo, el berrinche lo tenía asegurado. 

A los cotillas les dejé claro, que nunca me sentí más a gusto, que barriendo calles.

Pero también limpiando hierbas, echando arena o sal durante las nevadas, pintando las barandas de los puentes, haciendo mortero o grava. 

Ellos se ofuscaban, y mi sonrísa loca los perturbaba.  

Tener familia y casarme, nunca estuvo en mi mente.

Al menos no en la forma que ellos pensaban.

Me quisieron inculcar deberes morales p, que yo sabía que no eran míos. 

Algunos diseñaron para mí, una vida donde me olvidase de trotar mundos. 

Según ellos, para no perder mis derechos personales. 

Ellos eran mis verdugos, los que me negaban el derecho a un hogar. 

Querido lector: Si te apetece dar un donativo, lo puedes hacer a partir de un euro. El banco tomará tus datos de tarjeta como es normal, pero te aseguro que bajo ningún concepto tus datos llegan a mí. Tus datos sigue siendo totalmente privados y yo nunca los conoceré. Para donar pulsa el enlace. Muchas gracias.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nina, la suiza que quiso adueñarse de mí

Durante años, unos suizos y yo coincidimos algunos inviernos en la playa.   Un verano los vi entrar al merendero mientras tomaba unas cervez...